Desde que Harley Earl creó el Buick y-job en 1938, el primer concept car, nadie podría haber imaginado que ese nombre sería acuñado, no sólo a proyectos que podrían inspirar estéticas futuras de las casas automovilísticas, sino a auténticas demostraciones de valor, coraje y creatividad por parte de las mismas. Eso es lo que el GINA representa. Sus siglas en alemán, significan "Geometrie und Funktionen in N-facher Auspragung" (osea: geometría y funciones con infinitas formas).
En primer lugar, cabe destacar que su carrocería no es en absoluto ordinaria, sino que está compuesta de un tejido flexible derivado de plásticos con una excepcional flexibilidad y resistencia. La utilidad de este "chasis" se hace patente rápidamente: el coche puede cambiar de forma.
De esta manera nos encontramos ante un revolucionario evento motorizado. Cuando aumenta la velocidad a la que este artefacto circula, toda su configuración trasera cambia para conseguir una mejor adherencia a la carretera. Sus faros delanteros se ocultan tras unos "párpados" que se abren y cierran dependiendo de su los faros se encienden o apagan. Los faros traseros se iluminan tras el tejido semitransparente, por lo que su luz es visible. Su capó se abre de manera transversal, sus puertas son de tijera y todo su interior es también de configuración variable para adaptarse a las necesidades de sus ocupantes, lo que lo convierten en una obra maestra de la ingeniería, sólo concebible como coche de calle en un futuro lejano, en el que a todos nos resulte normal ver coches adaptables por las calles.
Mi impresión personal es: sencillamente increíble. La originalidad y creatividad siempre lo son cuando se usan así.
Os dejo un par de fotos más:
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